miércoles, 18 de abril de 2012

El Bebé es el Libro

En un show radial transmitido recientemente por Internet, enfatizaba que los bebés son los verdaderos expertos en crianza. Añadí que generalmente pregunto a los nuevos padres si les gustaría que hubiese un experto viviendo con ellos para ayudarlos a descifrar qué es lo que se debe hacer. Le dije a la audiencia: “Solo miren al bebé. Si están haciendo algo mal, el bebé se los dirá. Si están haciendo algo bien, el bebé se los dirá también. Los bebés saben exactamente lo que necesitan”.

El entrevistador resumió brillantemente estos pensamientos añadiendo, “La gente dice que el bebé no viene con el libro, pero sí que viene… ¡el bebé es el libro!” Exactamente. Es el bebé- y solamente el bebé- quien sabe exactamente lo que necesita. Él nos dará una retroalimentación inmediata de todo cuanto hacemos. Un bebé nos dirá con muecas y lágrimas cuando una necesidad legítima no está siendo atendida, y con brillantes sonrisas y cariños cuando atendemos a sus necesidades de una forma amorosa. Si los padres pueden reconocer y adoptar este concepto, la crianza puede ser mucho más simple y placentera que cuando la comunicación del bebé es cuestionada y tratada con desconfianza.


Los bebés, programados por la naturaleza, saben por instinto lo que es un buen estilo de crianza. Ellos saben, por ejemplo, que el contacto físico es una necesidad tan crítica como lo es la alimentación. Ellos protestarán airadamente si los ponemos a dormir en una cuna aislada, pero se dormirán pacíficamente cuando tienen la seguridad del contacto humano. Ellos saben que la crianza receptiva comprende confianza y creación de lazos – y responderán con angustia y miedo cuando ignoramos sus llantos. Ellos saben que la lactancia materna les ofrece inmunización crítica, nutrición y consuelo, e instintivamente se acercarán al seno por sí mismos, algunos momentos después del alumbramiento. Ellos saben que la consistencia de la leche materna cambia de acuerdo a la edad del niño, y se destetarán en forma natural cuando sus necesidades de lactancia estén completamente satisfechas. Ellos saben que dependen de otros para su supervivencia, y reaccionarán con terror si no nos ven, inclusive por un corto tiempo. Ellos saben estas cosas y más. Los padres serían muy sabios si aprendieran de sus bebés en lugar de asumir que los bebés están siempre aprendiendo de ellos.2

Los bebés saben muchas cosas importantes. Lo que no pueden saber es que los padres a veces reciben consejos perjudiciales de ignorar la comunicación de su bebé y de descuidar sus necesidades críticas. Este es un experimento peligroso, y cada periódico que leamos describe los resultados a largo plazo de no dar a los niños un comienzo compasivo en su vida.

Un bebé necesita lo que necesita, y si atendemos esas necesidades, crecerá saludable. Esto no es “malcriar” – es confiar en que el bebé nos está dando información importante acerca de sus verdaderas necesidades, así como confiar en nuestro instinto natural de querer responder a esas necesidades. Confiando en nuestro bebé y confiando en nosotros, establecemos una relación próxima y le damos a él la mejor oportunidad para una vida saludable y feliz.

La solución es muy fácil, y está justo frente a nuestros ojos. En lugar de intentar enseñar a los bebés a aceptar comportamientos de los padres que son ajenos a su naturaleza, necesitamos dejarlos que nos enseñen cómo responder a su honesta comunicación. Ellos tienen mucho que decirnos, siendo ellos los maestros más diligentes y enérgicos del mundo.

El bebé es el libro. Léalo – ¡no podrá parar!

Jan Hunt

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